martes, 22 de enero de 2013

GS V. Llegada al Reino Submarino III. Albafika de Piscis.


Shion miró una última vez hacia la entrada de la Casa de Aries antes de seguir descendiendo hacia el Coliseo. Allí iban a reunirse para partir hacia el Reino Submarino. Y allí había citado él a los Santos que le acompañarían. Ya ve las columnas y las gradas a lo lejos. ¿Será el primero en llegar? Lo duda, es casi la hora acordada.
Degel había mantenido una conversación con sus alumnos nada más salir de la reunión con su diosa y el gran patriarca, había sido breve pero concisa, ambos permanecerían en la casa de Acuario en su ausencia y si no uno, estaría el otro, como mejor quisiesen pero siempre debía haber alguien. Tras aquello bajó a avisar a los caballeros que lo acompañarían en aquella empresa que aunque no fuese partidario de dejarlo entrever, le preocupaba. ¿Por qué atacaba ahora Poseidón al santuario? en sí el mayor enemigo de éste era el dios Hades y por suerte este aun no había resurgido, por el bien de todos esperaba que eligiese otro momento para hacerlo, y no aquel. Una vez avisó a los dos caballeros de plata y los dos de bronce que le acompañarían, puso rumbo hacia el coliseo, aquella era la zona acorada para verse antes de partir y hacia esta se dirigía con aquellos cuatro caballeros.
Albafika estaba de brazos cruzados y con rostro serio, esperando en el Coliseo a los pies del Santuario. Estaba solo, había decidido no llevar a nadie consigo. Aparte del veneno de su sangre, prefería no tener que salvarle el culo a ningún caballero de bronce durante la batalla. Habría llevado a Casyopea gustosamente, pero ella un no había llegado de su misión. La armadura de piscis reflejaba la luna llena y comenzaba a hacer frío en aquel lugar. "Espero que no tarden en llegar" pensó. Quería zanjar aquel asunto cuanto antes y lo que le había contado Manigoldo acerca de las dos amazonas le habían dado un extra de motivación para enfrentarse a los Generales Marinos.
Shion saludó a los caballeros presentes al llegar al punto de encuentro. León menor, Lince y Perseo ya estaban allí. Y Yuzuriha y Yato lo estarían en unos momentos, pues ya se les oye subir por las gradas del Coliseo. Lleva a los mejores, bajo su criterio, para pelear a su lado.- ¿Al final vas a ir solo, Albafika? ¿Estás seguro? Podemos esperar unos minutos si quieres. Si no, en cuanto llegue Degel con sus caballeros, nos pondremos en camino-.
Breves minutos después de que Shion llegase al coliseo con los caballeros que eligió le acompañasen, llegó el caballero de Acuario con los suyos.- Al final es cierto que vas solo -. No, no era una pregunta, era más bien una afirmación que se hacía a sí mismo al verle sin nadie a su lado, y para qué mentir, había pensado que a lo mejor cambiaba de idea. Al parecer no, si algo caracterizaba a Albafika, es que era de ideas fijas. Dirigió una mirada Shion de Aries viendo que tampoco iba solo.
Albafika, sin cambiar lo más mínimo su semblante y sin mirar a ninguno de sus compañeros respondió.- Si, iré solo. Tal y como dije en la reunión no quiero ser la niñera de nadie en esta batalla -. Estaba convencidísimo de su decisión y nadie le haría cambiar de idea. - No hay tiempo que perder - prosiguió - mientras antes zanjemos este asunto, mucho mejor. Solo espero que vosotros no os arrepintáis de llevar a quien lleváis - se descruzó de brazos y miró a ambos Santos de Oro.- Bien, ¿nos vamos? - se estaba impacientando.
Shion suspiró. No tenía caso discutir. Cada uno había tomado su decisión y él no era quién para cuestionarlas.- Si estamos todos listos, podemos irnos -. Él sería el encargado de llevarles a todos al reino submarino, por su capacidad para teletransportarse.- Agarraos unos a otros y no os soltéis. No quiero perder a nadie por el camino -. Era una medida innecesaria, pues podía moverles de forma individual, pero así le resultaría más sencillo, al mover sólo un bloque de personas y no por partes.
Por su parte Degel tomó la mano de June de Camaleón, y Agora de Lotus, éste tomó la de Spika mientras que June se sujetó de la del caballero de la Osa Mayor Geki y así iban uniendo manos con sus demás compañeros tal y como pidió el santo de Aries. El viaje iba a dar comienzo, no tardarían mucho en llegar allí para luego dirigirse cada uno hacia el pilar elegido para enfrentarse a aquellos generales que tal vez les esperasen.
Yato enlazó su mano con la de Yuzuriha, ésta con Lince, Lince con Perseo, Perseo, con Camaleón, cerrando el círculo. Shion los miró a todos, en un rápido barrido y concentró su cosmos, para que se fuese extendiendo alrededor de sus compañeros.
Albafika chasqueó la lengua y se acercó a Shion, poniendo una mano sobre su hombrera y limitándose a esperar.- Cuando quieras, Shion. Estamos preparados -. Miró de reojo a los caballeros de bronce y plata allí reunidos, temiendo por sus vidas, aunque convencido de que darían lo mejor de sí mismos para salir victoriosos de sus combates.
Cuando el dorado cosmos del Carnero Blanco rodeó a los demás Caballeros, el lemuriano cerró los ojos, concentrado en su destino, los dominios del Dios del Mar. En su mente visualizó un lugar concreto del Santuario Submarino, lo suficientemente lejos de los pilares para resultar seguro. Y de repente, con un destello, ninguno estaba ya en el Santuario.
El caballero de Acuario liberó aquellas manos que había tenido sujetas durante aquel breve viaje una vez que se vió en el reino submarino, aquello más en serio no podía ir, el dios de los mares había roto la paz de la que hasta ahora habían disfrutado, no comprendía el motivo de aquello, no tenía ni pies ni cabeza. ¿Simplemente sería el acto de un poderoso dios aburrido? A saber, ellos estaban allí para cumplir su misión y una vez que llegasen ante aquel dios, tal vez podría obtener la respuesta de aquella cuestión que le rondaba la mente. Daría lo mejor de sí mismo y estaba seguro que todos sus compañeros harían lo propio.- Llegó la hora de separarse -. Al decir aquello, los caballeros que iban con él dieron un paso más hacia el dorado caballero de Acuario, éste, a su vez, miraba a Shion y a Albafika.
Albafika apartó la mano de la hombrera de Shion y asintió a Degel.- Así es. Buena suerte a todos y, tal y como dijo Manigoldo, no se os ocurra morir aquí abajo - esbozó una leve sonrisa en su rostro, algo poco habitual en el Santo de Piscis.- Sed precavidos y, si alguien se encuentra en apuros, que eleve su cosmos al máximo y evite hacerse el héroe - dijo volviendo a su semblante serio habitual, y sin más dilación, abandonó a sus compañeros, dirigiéndose hacia el Este.
Por Atenea - dijo Shion para desear buena suerte a sus compañeros. Miró significativamente a Yuzuriha y ésta asintió, quedándose rezagada con Yato, mientras Shion se dirigía con los demás hacia el Pilar que había elegido como primer objetivo.
Por atenea - repitió Degel con su tono de voz calmado aunque serio. Comenzó a caminar viendo que Yuzuriha y Yato parecían tardar en echar a andar, tal vez Shion tendría algo planeado, si era así no iba a ser él quien se lo cuestionase.
El Santo de la duodécima casa avanzaba solo hacia el pilar del Atlántico Sur. Su misión, por llamarlo de algún modo, no era derribar dicho pilar, nisiquiera eliminar a su guardian, tan solo tenía que reunir información del por qué del ataque de Poseidón al Santuario de aquella manera tan vil y despreciable. Le resultaba de lo más curioso el tener aquella masa oceánica sobre su cabeza y, aun más raro, estar completamente seco en el Reino Submarino. A decir verdad, le hubiese gustado haber llevado consigo a Casyopea, pero ya era tarde para lamentarse por no tenerla allí abajo consigo. Ya podía ver el pilar a lo lejos y se concienció para hacer frente al más que probable combate que le esperaba; los Generales de Poseidón no eran precisamente conversadores.

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