Degel había sido mandado al reino de Poseidon junto con Albafika, Shion y algunos caballeros de plata y bronce. La muerte de el santo de Pegaso había dejado bien claras las intenciones de aquellos que sirven a Poseidon y las de éste. Sin duda le habían declarado la guerra al Santuario y el Santuario respondería. Aquellos enviados eran la primera respuesta, bastaba con que hubiese un momento de apacible paz y tranquilidad para que alguien apareciese arruinándola, y aquello no le gustaba a Degel.
Éste era un caballero serio y calmado, aunque, como todos, reía o se enfadaba cuando tocaba. Sobre todo cuando herían a alguno de sus hermanos. Había llegado a temprana edad al santuario y se había entrenado con esfuerzo y gran dedicación junto a su maestro, así que sí, consideraba a aquellos caballeros como hermanos. ¿Cómo no hacerlo?
Mientras avanzaba con ellos, pensaba en todo eso, en eso y en los "hermanos" que tenía en Blue Gard, Unity y Seraphina. Para suerte o desgracia, los indicios de la aparición o próxima aparición de Poseidón eran cercanos a esta zona, aquello le daba mala espina. Negó y liberó su mente, debía centrarse en el ahora y ahora andaban en misión. Necesitaba todos sus sentidos alerta y así los mantendría. Ya le jugó una mala pasada no estar alerta en una pasada misión y acabó con un par de costillas rotas y bastante magulladuras por el cuerpo, pero el espectro no escapó nada bien de aquella contienda.
Una vez andaban cerca de la zona indicada de la pasada contienda, decicieron ir por separado para abarcar más terreno, cada caballero iría por un camino diferente, obedeciendo la orden de abarcar más terreno.
Degel llevaba como acompañantes a Agora de Lotus y a Spika, ambos caballeros de plata, de bronce le acompañaban June de Camaleon y Geki de la Osa Mayor. Eran más que ciertas las palabras de Atenea, ellos habían sido entrenados para pelear y habían ganado sus armaduras con esfuerzo, aunque eso no quitaba que estuviese preocupado por los combates que se avecinaban y los resultados de estos.
Los generales de Poseidon serían fuertes y todos lucharían con sus mayores fuerzas contra éstos. Una vez estuviesen derrotados, Poseidón se vería más desprotegido o todo lo desprotegido que pudiese encontrarse un dios... En silencio caminaban hacia uno de los pilares, el cual ya se veía a lo lejos. Todos sabían a lo que iban, así que no hacía falta decir nada más.
Un par de oscuros cosmos comenzó a hacerse notar cada vez más.
-Sentís eso ¿verdad? -preguntó el caballero de Acuario sin dudar de que lo sentían-. Vamos a tener que dividirnos. Quiero que no le deis tregua a esos generales, y que regresemos juntos al santuario, así que ya sabéis lo que debemos hacer, -mientras el caballero de Acuario hablaba, su mirada se mantenía en el frente, y su voz aunque parecía calmada se denotaba sin duda alguna fuerte y firme-. Agora, Geki y June iréis juntos, Spika vendrá conmigo.
Había elegido al más joven para acompañarle, aunque no pelearía, no si Degel podía evitarlo, quería que viera lo que era aquello, lo que era jugarse la vida por la diosa y por el bien de la humanidad, que comprobase en persona lo que implicaba ser un caballero de Atenea, intentando que no se arriesgase mucho, al menos no por ahora, no si podía evitarlo. Consigo se habría llevado a su alumna Carina, amazona de plata que formaba parte de la constelación del Argo Navis, pero si el Escorpión ya estaba quejándose al igual que su compañero el Cangrejo de no poder ir a la misión, más aun se quejaria, así que prefirió dejarla en el Santuario, aunque mayormente era por que se preocupaba por ésta, la había visto crecer a su lado entrenamiento tras entrenamiento al igual que a Sadr, éste tampoco lo podía acompañar ya que debía quedarse en el Santuario y en parte lo agradecía pues seguro se preocuparía de más por ambos si estuviesen allí pelando y no estaría concentrado del todo, además ya tendrán tiempo de pelear si aquello salía mal.
Dos figuras negras comenzaron a hacerse más visibles, habían llegado a su destino, y ahora pelearían por el destino de sus propias vidas, por el del santuario, por sus hermanos, por su amada diosa y por la humanidad, Degel y Spika caminaban hacia uno de ellos mientras, el caballero de Acuario mostraba un rostro serio e impasible, el joven Spika caminaba a su lado, un tanto más nervioso. Por otro lado agora, June y Geki se acercaban al otro, a ninguno de aquel par de generales les pilló por sorpresa su llegada, pues del mismo modo que los caballeros de Atenea sintieron aquel maligno cosmos, los generales de Poseidón sintieron sin duda el de ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario